Neurociencia de las emociones de los adolescentes.

NEROCIENCIA DE LAS EMOCIONES DE LOS ADOLESCENTES. 

La adolescencia acostumbra a identificarse con un periodo de crisis –y de conflictos familiares–, pero también puede leerse como una etapa de oportunidades. Cambios en el comportamiento y el físico que difícilmente pueden manejar los jóvenes y que resulta en reacciones complejas y desmedidas. Pero que muchos adolescentes compliquen su comportamiento no implica que sea un camino difícil también para los padres. Para ello es esencial entender y ser empático con la gran transformación biológica de quienes la están atravesando.

​El cuerpo del niño pasa por cambios físicos que son obvios para todos los padres. Menos obvios son los cambios vitales que se producen en el cerebro del niño, particularmente cuando comienzan la adolescencia. El cerebro, después de todo, es parte del cuerpo y, lo que es más importante, es el órgano que controla -o trata controlar- las actividades del cuerpo.

Los adolescentes enfrentan desafíos, presiones, estrés, tentaciones e indagan en cerebros que aún no están del todo desarrollados. No es que los adolescentes no hayan tenido el tiempo ni la experiencia para adquirir un sentido amplio del mundo; simplemente, sus cerebros aún no han madurado físicamente.

Lidiar con la presión y el estrés no es asunto menor para un cerebro completamente maduro, así que menos para uno que está en la transición de la niñez a la edad adulta y en la transición del pensamiento concreto al abstracto. Es por eso que es más importante para los padres entender por lo que pasan los cerebros de sus hijos, pues los padres monitorean, y con frecuencia se preocupan por, los desafíos sociales, académicos y emocionales de sus hijos.

La maduración del cerebro 

Si durante los primeros años de vida la principal característica del cerebro es el crecimiento, en la adolescencia son la organización y la maduración. “Estudios recientes han descubierto que durante la adolescencia, la producción de mielina es constante, siendo esta la clave en la maduración del cerebro. Podríamos decir que nos hacemos adultos cuando ha madurado de manera suficiente, lo que no siempre ocurre a los 18 años”.

“Las emociones son clave en nuestro aprendizaje, es la energía que nos impulsa a ello. Además, facilitan la consolidación de lo adquirido. Cuanto más motivado esté un adolescente, más fácil será que lo haga, más fácil será que se esfuerce y se supere a sí mismo”.

Pero para que las emociones se pongan al servicio del conocimiento es importante fomentar dos aspectos clave: “Un entorno que haga atractivo el aprendizaje, y propiciar el éxito del mismo. De esta manera que el cerebro disfrutará aprendiendo cosas nuevas y la motivación se reforzará con el logro”.

Aunque el aprendizaje es algo de lo que disfruta el cerebro, no ocurre lo mismo con el esfuerzo. Por ello, si no consigue sus objetivos aparece la frustración, una emoción que intentará esquivar en el futuro. “Si la frustración es repetida tenderá a tratar de evitar el esfuerzo. Algo que situará la emoción como vector del aprendizaje, pero justo en el sentido contrario”.

El crecimiento del cerebro

Al igual que los cuerpos, los cerebros de diferentes niños se desarrollan a distinta velocidad. "El concepto importante aquí es que el cerebro adolescente aún se está desarrollando y todavía no es completamente maduro". 

No solo eso; las exploraciones del cerebro mediante scan muestran que las partes del mismo no crecen igual.

"Los escaneos de niños normales han revelado que hay partes diferentes del cerebro que maduran a un ritmo distinto". "De hecho, algunas partes del cerebro, tal como la corteza cerebral prefrontal (CPF) ubicada justo detrás de los ojos, parece que madura completamente ¡hasta los 24 años de edad! Otras partes del cerebro, como la amígdala cerebral (AMG) en forma de nuez ubicada en lo profundo del cerebro, parecen madurar mucho antes. Muchos neurocientíficos piensan que esta discrepancia en la madurez del cerebro puede explicar mucho del comportamiento adolescente".

Comprender el significado de estas discrepancias es uno de los desafíos que enfrentan los científicos que estudian el desarrollo del cerebro adolescente.

Más allá del crecimiento del cerebro

¿Qué tipo de comportamiento y respuestas emocionales podrían indicar que una discrepancia está afectando la naturaleza del niño? Garner menciona que aún se lleva a cabo investigación acerca de la naturaleza y efectos de una posible discrepancia, lo que les recuerda a los padres su responsabilidad de dirigir los problemas de comportamiento así como "diagnosticarlos".

"Mientras que los adolescentes pueden tender a ser más emocionales e impulsivos -y ahora tenemos razones para creer que esto puede reflejar una parte 'normal' del desarrollo del cerebro- nuestro trabajo como padres es lograr que bajen el ritmo y ayudarles a reflexionar sobre lo que están haciendo", indica.

Pero no se le puede culpar (o hacer responsable) de todo al desarrollo del cerebro. "Es importante notar que la CPF aún funciona en la adolescencia. Sin embargo, ya que no está completamente madura, sencillamente no trabaja tan rápido como si estuviera madura". 

"Si le pregunta a un adolescente si es buena idea subirse a un auto con amigos que estén ebrios, la mayoría dirá 'de ninguna manera’. Es la CPF la que habla. En momentos de más tranquilidad, la CPF relativamente lenta es capaz de pensar de manera abstracta y ver las serias consecuencias de manejar cuando se está ebrio. Pero, al calor del momento, la AMG relativamente más desarrollada grita 'hagámoslo' antes de que la CPF sepa lo que pasó. El mismo proceso puede desempeñar una función en la violencia, el abuso de sustancias e incluso en el suicidio adolescente".

Manejar los extremos


El comportamiento y las emociones extremas son temas que claramente llaman a atención médica y profesional y consejería. Pero también es cierto que todos los adolescentes muestran al menos estallidos ocasionales o episodios de juicio erróneo. Después de todo, los adolescentes son humanos y también lo son sus cerebros.

Garner también recuerda a los padres estar alerta a las señales de advertencia de problemas emocionales, ya sea que esos problemas estén relacionados directamente o no con el desarrollo del cerebro.

"Mientras los adolescentes sean sociales, se alimenten y duerman bien y trabajen en función del cumplimiento de sus planes (para la mayoría, buenas calificaciones que conduzcan a la universidad), entonces estoy contento y sus padres también deben estarlo. Por otro lado, si ellos están retraídos o muestran un mal comportamiento, no se alimentan o duermen de manera regular, o pierden interés por sus calificaciones o sueños, entonces animo a los padres que toquen la alarma y obtengan ayuda".

Las emociones son fundamentales para la supervivencia y se controlan en el sistema límbico, también denominado cerebro medio, emocional o mamífero, de acuerdo a la teoría del cerebro triuno propuesta por Paul MacLean (s.f., citado en LeDoux, 1999); ellas pueden ser controladas ya que el sistema límbico y el neocórtex trabajan conjuntamente (Goleman, 1996).
El sistema límbico es el responsable del desarrollo de las emociones y motivaciones, en su estructura se encuentran: la amígdala y el hipocampo, relacionados con la memoria, quienes determinan qué recuerdos y en qué parte del hemisferio cerebral se almacenan a largo plazo.




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