Neurociencias y educación: El arte de enseñar con cerebro

Neurociencias y educación

Afirma Eric Kandel que la tarea de la Neurociencia es aportar explicaciones de la conducta en términos de actividades del encéfalo, explicar cómo actúan millones de células nerviosas para producir la conducta y cómo estas células están influidas por el medio ambiente. Considera que su propósito principal es entender cómo el encéfalo produce la marcada individualidad de la acción humana. De allí que las neurociencias tenga la responsabilidad de servir de enlace entre las ciencias y las letras, entre las ciencias experimentales y las humanidades, pues todo surge de nuestro cerebro, y gracias a él percibimos, sentimos, hacemos o creemos. El famoso Oráculo de Delfos tenía grabado en su frente NOSCE TE IPSUM, (conócete a ti mismo), compendio de la sabiduría del pueblo griego, que recoge la neurociencia para tratar de cumplir el sabio proverbio. Hoy la educación reclama un cambio que le permita anticiparse a las necesidades de las nuevas generaciones incorporando los conocimientos que provienen de la neurociencia para permitir que una adecuada individualización de las necesidades de los alumnos ayude a desarrollar capacidades y prevenir dolorosas distorsiones de la personalidad.

Cada zona del cerebro humano tiene una función específica: transformar sonidos en habla, procesar color, percibir miedo, reconocer una cara, o distinguir un pez de una fruta. Pero no se trata de una colección estática de componentes, cada cerebro es un caso especial, constantemente cambiante y exquisitamente sensible a su entorno....

La forma del cerebro es ovoidea y pesa alrededor de 1.400 gramos, y está constituido por dos estructuras en apariencia simétricas denominadas hemisferios cerebrales. La corteza cerebral forma un revestimiento completo de los hemisferios cerebrales. Está compuesta por sustancia gris y contiene aproximadamente entre 10.000 a 30.000 millones de células nerviosas llamadas neuronas, entrelazadas con neuroglias Es mayor el número de sus
células que las estrellas visibles desde la tierra con el telescopio más poderoso. Cuando se interconectan entre si, el número de uniones o interacciones que se pueden hacer varía de 10 a la 14 potencia a 10 a la 800 potencia, que son más del número de átomos estimados que existen en el universo.

Es una superficie plegada y su forma deriva del hecho de que durante la evolución de los primates al desarrollarse en la escala filogenética su volumen se incrementó más rápidamente de lo que lo hizo el cráneo. La superficie de cada hemisferio cerebral forma pliegues o circunvoluciones que están separadas por surcos o cisuras. 

 Los surcos más pequeños varían entre los individuos, pero los mayores son constantes en su posición, lo que permite emplearse como referencia para dividir el córtex en cuatro lóbulos que reciben su nombre del hueso craneal suprayacente: frontal, parietal, temporal y occipital.

El tejido nervioso está formado por más de un 80% de agua, lo que le otorga una consistencia más bien gelatinosa. Hay nutrientes específicos necesarios para el buen funcionamiento del cerebro. Estos son en forma inicial agua y descanso físico, pero también el cerebro necesita tiroxina, selenio, boro, vitaminas E, fructosa y ácidos grasos omega 3 entre otros. En general podemos decir que el cerebro prefiere el ejercicio, agua fresca, oxigeno y proteínas.

El córtex cerebral tiene características claves en su organización y funciones: en primer lugar, cada hemisferio se ocupa básicamente de los procesos sensoriales y motores del lado opuesto o contralateral del cuerpo. En segundo lugar, aunque los hemisferios parecen ser similares en los humanos, no tienen una estructura completamente simétrica (tampoco tienen una función equivalente).

Al nacer solamente han madurado las porciones más bajas del sistema nervioso (la médula espinal y el tallo cerebral), mientras que las regiones más altas (el sistema límbico y la corteza cerebral) siguen siendo algo primitivas. 

El cerebro reptiliano detenta en gran parte el control del comportamiento del recién nacido: toda una gama de comportamientos como: golpear con el pie, gritar, dormir, y alimentarse son las funciones del tallo cerebral y la médula espinal. Incluso el comportamiento visual más llamativo de los recién nacidos: su capacidad de seguir un objeto móvil, o de orientar la mirada hacia el rostro del padre o la madre, se piensa que es controlado por el tallo cerebral. 

El cerebro humano se toma tiempo para desarrollarse, por esto la naturaleza ha asegurado que los circuitos nerviosos responsables de las funciones corporales más vitales, respiración, latido del corazón, circulación, etc. Estén maduros en el momento en que el niño nace .El resto del desarrollo del cerebro puede seguir un paso más pausado, maximizando la oportunidad para que la experiencia y el ambiente formen la mente que emerge. 

En los otros cerebros, límbico y neocórtex, las conexiones son débiles, pero explotan a continuación del nacimiento con millones de sinapsis. Las dendritas y axones se van esparciendo velozmente. A los dos años, el cerebro del niño contiene el doble de sinapsis y consume dos veces más energía que el cerebro de un adulto normal. Estos son los años cruciales y los que marcan y definen al ser humano de por vida. 

 El cerebro límbico no empieza a desarrollarse hasta pasado el primer año y se forma hasta los once, los lóbulos prefrontales no empiezan a madurar y a funcionar plenamente hasta los quince años, y aun más tarde, y en muchos casos no lo logran hacer nunca.

Lo que forma las redes de estos cerebros, o en muchos casos las reforma, es la experiencia repetida. La extensión de la mano del niño, la mirada intensa localizando un objeto, una cara, el oído atento a la canción de la madre, ejercicios como estos disparan por el cerebro en formación circuitos de neuronas tan bien definidos y tan visibles como la marca de un topo socavando túneles. 

“La optimización temporal de los factores innatos y medioambientales es decisiva para una correcta diferenciación de cada célula nerviosa, así como para el desarrollo de la totalidad del sistema nervioso, y de su capacidad para generar comportamientos”. 

La relación entre aprendizaje, enseñanza y neurociencia se conoce como neuroeducación, misma que según De la Barrera (2009), se encarga del desarrollo de la neuro mente durante la escolarización. La neuroeducación es una ciencia cuyo objeto de estudio es una nueva visión de la enseñanza basada en el cerebro, en los conocimientos que sobre su estructura y funcionamiento se tienen al momento.

El objetivo de la neuroeducación es fomentar el desarrollo de la memoria por parte de los estudiantes, así como proponer estrategias didácticas que ayuden a los docentes en el proceso de enseñanza, estrategias que tomen en cuenta la importancia de las emociones como mediadoras del aprendizaje, en función de los impulsos positivos o negativos que fortalezcan o inhiban el mismo. Es básico en el contexto de la neuroeducación que los docentes tengan pleno conocimiento de cómo funciona el cerebro, la memoria, la atención y las emociones, cómo éstas se desarrollan y cómo participan en el aprendizaje. “Todo educador debe saber cómo es el cerebro, cómo aprende, cómo procesa, registra, conserva y evoca una información, entre otros aspectos”


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